mail de contacto: silviajlerner@gmail.com



jueves, 10 de noviembre de 2011

Aprender a PIVOTAR: Un recurso desde la Ley de Atracción.

Aprender a Pivotar: Un recurso desde la Ley de Atracción.

La Ley de Atracción dice que nuestra vibración atrae eventos que vibran de igual manera.
Cuando nos sentimos mal y pensamos en lo que nos falta, en lo que nos salió mal,  lo que no conseguimos, lo que no somos, lo que no nos dan… vibramos con esa negatividad, atrayendo “más de lo mismo”.  Para salir de ese círculo vicioso – me siento mal y atraigo más eventos que me hacen sentir mal – es importante que aprendamos a trabajar con nuestros pensamientos, modificando poco a poco nuestras emociones y nuestra posición frente a la vida.
Hay muchas maneras de llegar a ello. (...)

PARA LEER MÁS: www.trenzandomundos.blogspot.com

domingo, 4 de septiembre de 2011

PSICOTERAPIA, ARTE Y SANACIÓN

ENTREVISTA A  SILVIA J. LERNER, realizada por SILVINA CATARDI, alumna de Guionarte, Escuela Argentina de Guión.

- ¿Cómo se vincula en tu vida el arte y la curación?

- En mi vida siguen caminos paralelos pero no se unen sistemáticamente todavía. Sí incluyo la actividad artística en algunos momentos del trabajo terapéutico, especialmente trabajando con grupos. Y tengo muy en cuenta el papel de la creatividad en el desarrollo personal y el logro de una vida más saludable.
Desde siempre me expresé artísticamente porque para mí es muy liberador. Y paralelalmente me dedico a  la psicología como profesión desde hace más de 30 años. Más que el arte, diría que la creatividad es un concepto que tengo siempre presente en mi trabajo, en distintos aspectos.

- ¿En qué momento de la tarea artística sentís mayor liberación? ¿Durante el proceso o al finalizarla? ¿Sentís que a veces puede ser "perturbador" el proceso de creación?

- Para mí la tarea artística nunca es perturbadora. Perturbador es tener un problema legal, de salud, un accidente  o que le pase algo a un ser querido. Durante la creación de la obra para mí hay placer y juego. A veces pueden aparecer dificultades cuando no logro encontrar la mejor forma para resolver algo, pero eso no me perturba dolorosamente. Y cuando trabajo con emociones muy intensas lo que siento, en todo caso, es que lo perturbador sería no poder expresar esas emociones.
          Lo que sí le puede pasar a muchos artistas es que su obra los supere. En este sentido Jung dice que “a veces la obra se come a la persona”. La obra pasa a través del artista, se materializa, se hace presente a través de alguien. Según la teoría jungiana, la obra funciona como un ARQUETIPO que busca manifestarse, que de algún modo proviene de lo colectivo e inconsciente, y por ello está más allá del individuo que la manifiesta. Personalmente creo que lo que hay allí es un encuentro entre lo personal del artista y lo transpersonal del arquetipo. Ahí sí puede haber perturbación, porque parecería que la fuerza de lo colectivo puede arrasar al yo individual. Puede ser perturbador cuando la persona no está a la altura de su obra. O cuando la intensidad de lo que expresa desestructura su relación con la realidad cotidiana.  Quizás en ciertos casos el artista debería prepararse como persona, fortalecerse como canal para que pase la obra.
Luego está lo que podríamos llamar la post producción, el camino que sigue una obra de arte en el mundo… Eso puede ser perturbador en sí mismo.

- ¿Podemos sanarnos con la obra de otros?

- Me parece interesante la pregunta porque plantea la posibilidad  de sanarse con el arte sin tener que llevar el papel activo, hacerlo de manera "pasiva", como receptor – más que necesario – de la obra que otro realiza. En realidad también lleva a otras preguntas, como por ejemplo si una obra de arte es tal sin un receptor… Si es producto de “alguien” o algo que ocurre “entre”…
          Probablemente una obra de arte opere o afecte en distintos niveles, y de distintas maneras según de qué se trate y quién la reciba. También su impacto se relaciona con la época, con el tiempo propio y el de todos. No sólo con su contenido y sus formas esenciales, propias. Una obra puede ser muy impactante en un momento y ser intrascendente en otro. Es también un producto social. El impacto puede ser grato o no. Pero además cada época tiene su propio criterio de lo que significa que algo sea una obra de arte o no lo sea. Creo que lo que importa es si produce algún impacto a nivel emotivo y genera algún tipo de cambio de conciencia.
          Por otro lado, podemos vincularnos a fondo con una obra de arte si la dejamos “hablar” en nosotros, y más si no la intelectualizamos, si no la criticamos, si dejamos de lado la rivalidad con el autor. 

- Nuestra intención es regalar obras que curen, que sanen, que reconforten. Pensamos que a veces pueden funcionar mejor que un consejo. ¿Vos lo ves así?

- Simplificando mucho la cuestión, diría que la diferencia entre la obra y el consejo es que la obra opera como símbolo y el consejo como signo. El signo es plano, chato, es eso y nada más, no admite más de una lectura, de una interpretación.  El símbolo, en cambio,  puede interpretarse de distintas maneras, en diferentes niveles, permite tejer significados múltiples. Tiene vacíos o espacios no definidos que el receptor puede rellenar con sus propios contenidos. En ese sentido, estimula la creatividad del otro. Y así aparece la posibilidad de sanación. Lo propio del sujeto se combina con lo que pertenece a la obra.
          Por otro lado, la obra de arte posibilita a la persona acceder a un estado de ánimo diferente. Hay que tener en cuenta que las acciones dependen de las emociones. Nuestras emociones delimitan el marco de nuestras posibilidades de acción, definen actitudes. Si estoy triste, por ejemplo, habrá cosas que no podré hacer, acciones que no estarán disponibles para mí. O si me siento desanimada, o pesimista. Lo mismo con cada una de las emociones: propician ciertas acciones, inhiben otras. A veces uno no actúa por no saber qué hacer. Pero mayormente no actúa porque no logra la emoción adecuada, necesaria.
          Las acciones dependen de las emociones y el arte las genera o las cambia. Las obras de arte inspiran. Eso es otro efecto esencial de lo expresivo, de lo artístico.
          De todas formas creo que ustedes, con su producción y expresión, además se están comunicando.  Y en la comunicación siempre hay otro.  Y lo que le pase al otro no hay manera de anticiparlo totalmente. Por eso creo que deberían desprenderse de los resultados. Ser libres y dejar libre al otro. Hacer desde sí mismos y después soltar.  Algo de la intención de sanar y de transmitir contenidos amorosos y reparadores seguramente se imprimirá en las obras y se transmitirá.

- ¿Creés que la intención con la que se haga la obra puede quedar plasmada en ella?

- El poder de las intenciones es fuerte. Aunque deberíamos definir que entendemos cada una por “intención”… Digamos que en la obra queda plasmado algo de la conciencia que la generó. Si es un estado de conciencia superior a la conciencia ordinaria – más “iluminada”-  genera algo distinto al que lo produce y al que lo recibe. Porque a veces uno mismo se ilumina con lo que produce. Algo le llega, le sorprende, como si no le perteneciera, como si recibiera un mensaje, una respuesta que no tenía momentos antes de trabajar, de hacer, de crear. A veces hasta nos cuesta reconocer algo que hemos escrito, o pintado…
          Por otro lado, uno puede producir y sentirse mejor, pero también sentirse peor. Porque también es cierto que abrimos una puerta al inconsciente, al individual y al colectivo. Luego hay que enfrentarse con lo que aparece, y no siempre se integra con facilidad.  
          Pero en términos generales creo que la tarea creativa siempre abre posibilidades.

- ¿Se podría construir un paradigma educativo que genere seres sanos?

- El concepto de salud y de enfermedad va variando con el tiempo, a medida que se descubren más cosas, a medida que comprendemos mejor al ser humano. Cada nuevo descubrimiento obliga a reordenar los anteriores, en algunos casos más que en otros. ¿Eso tiene un final?...  Nuestros recursos de investigación, de comprensión, de conocimiento,  también son limitados y van creciendo y cambiando con el tiempo. Pero  aunque tengamos todas las técnicas de investigación nunca vamos a poder descubrirlo todo. Hay cosas de nosotros mismos que no podemos ver. El ojo no logra mirarse directamente a sí mismo. Es como pedirle a un pececito que está en el agua que explique el agua. Estamos limitados por nuestras mismas capacidades de ver y entender y pensar…  Y ellas responden a los paradigmas con que ordenamos la realidad, que van cambiando a lo largo de la historia. Por ejemplo, ahora con todo el auge de la física cuántica podemos entender algunos fenómenos psíquicos de un modo más amplio. Incluso permiten abordar cuestiones espirituales, pensarlas, responder algunos interrogantes. No voy a extenderme en el tema porque es muy amplio para esta conversación … Cuando eso esté tan aceptado que se enseñe en segundo grado, seguramente habrá otras posibilidades para que la gente entienda la vida de manera distinta y la viva de manera diferente.
Pero para eso todavía falta…

miércoles, 17 de agosto de 2011

¿EL DOLOR ENSEÑA?

¿El dolor enseña? ¿El dolor hace crecer? ¿El dolor madura?
Algunos dicen que sí.
Yo creo que no. Que el dolor en sí mismo no enseña ni hace crecer ni madurar. Decir lo contrario es como seguir sosteniendo que la letra con sangre entra.
¿La felicidad enseña? ¿La felicidad hace crecer? ¿La felicidad madura?
No necesariamente.
Lo que sí puedo decir es que el dolor – hasta un punto, - despierta. Y entonces puede ser que uno aprenda, crezca, madure. Pero pasado ese punto, el dolor adormece, atonta.
El bienestar o la felicidad – si hay algo que pueda llamarse así – quizás adormezca, pero sana, restaura heridas,  compensa pérdidas, permite recuperar fuerzas. A veces nos da la calma necesaria para reflexionar sobre errores cometidos y dolores pasados. Por lo general, no dura tanto como para que terminemos de dormirnos.
Siempre que puedo, “receto” a mis pacientes una buena cuota de bienestar. No basta con sufrir para crecer, aunque uno sea reflexivo y conciente.
Ambos estados – bienestar y malestar – son propios de nuestra vida dual. No es raro que oscilemos entre uno y otro.
Ninguno determina la calidad de nuestro aprendizaje de la vida. Aprendemos si estamos despiertos. Y deseosos de aprender. Crecemos más cuando nuestra conciencia está abierta y permeable. Maduramos cuando aceptamos ambos extremos de nuestro amperímetro emocional con ecuanimidad, cuando integramos y damos sentido a todo lo que la vida nos trae. Cuando tomamos lo que nos sirve y podemos soltar y dejar ir todo lo demás.

APRENDER ES DANZAR

Aprender es cambiar lo que somos.
Aprender es cambiar lo que es.
Aprendemos en la danza con el mundo.
Danzamos con el mundo
de acuerdo a nuestra particular melodía interior.
Así nos vamos haciendo.

El mundo que vivimos es el mundo que construimos
Y a la vez el mundo que construimos nos construye.
Algo nos es dado y algo damos.
Ese mundo aprendemos
Ese mundo constituimos
Así vamos siendo.

Aprender es crear
más que repetir.
Es meter algo del mundo en lo que somos
y dejar algo de lo que somos en él.
Es convertirnos en mundo
Es transformar el mundo en nosotros mismos.

No podemos vivir sin interactuar.
No podemos interactuar sin transformarnos mutuamente.
Esa es la danza.
No podemos transformarnos sin creatividad.
Vivir es crear.
Cuando deja de serlo
Deja de ser.

SJL

miércoles, 13 de abril de 2011

"SOY ASÍ..."

Todo lo que pensamos, lo que creemos, tiene consecuencias sobre nuestra vida.
Cuando hablamos de "mi personalidad" parece que nos referimos a algo consistente, sólido. Nos pensamos... "Soy así"... o "No soy así"...

En realidad, eso que creo que soy es un relato, un modo que tengo de pensarme, de verme, que se refuerza por una manera habitual de sentir y de actuar. Se genera entonces un círculo vicioso: eso que pienso de mí - por ejemplo que soy feo/a - me hace sentir de cierto modo - feo/a - , entonces actúo de ese modo - como alguien que no es atractivo, que no es mirado o elegido, que por lo tanto no se cuida ni se arregla - , entonces el mundo responde a mi actitud y yo confirmo lo que siento y lo que creo.
Creer que mi forma de ser, mi yo, mi personalidad, son estables, casi materiales, me ratifica en la dificultad de cambiar.
Pero nuestras formas de hacer y sentir están sostenidas por aprendizajes, ideas, creencias, modelos... y a la manera de los átomos, entre ellas hay inmensos espacios vacíos.
Vacíos que permiten otras posibilidades: desaprender lo aprendido para que se instalen otros aprendizajes, nuevas creencias, abandono de viejos modelos, elección de nuevos estilos... finalmente, nuevas formas de hacer y sentir. Y por lo tanto, de ser.

lunes, 11 de abril de 2011

"COMO SENTIRSE BIEN". Te invito...

... a leer este artículo en http://trenzandomundos.blogspot.com/2011/02/como-sentirse-bien.html.
Buen comienzo de semana!

LO PRIMERO A LA MAÑANA

   ¿Qué es lo primero que haces al abrir los ojos a la mañana? ¿Qué es lo que te viene a la mente? Cuáles son tus primeros pensamientos?


   La mente tiene la tendencia a retomar las preocupaciones de la noche en cuanto vuelve a la vigilia. A menudo, durante la noche el sueño intenta elaborar algo de esas preocupaciones concientes y otras tensiones más inconscientes. A veces lo logra – esa especie de “segunda mente” que trabaja mientras descansamos – y al despertar tenemos una solución inesperada, una idea luminosa, un insight, un eureka
Otras veces, en cambio, despertamos y parece que nos pusiéramos las mismas medias sucias que dejamos junto a la cama al acostarnos: pensamientos enmarañados de preocupación, de miedo, de ira, de tristeza… Y estos pesarán a lo largo del día, tiñendo todo lo que vendrá después.

   ¿Hay algo que se pueda hacer?
   Es muy útil y saludable poder comenzar el día con una meditación. Sin embargo, no todos sabemos meditar, o no estamos acostumbrados a ello.

   Hay un ejercicio que puede parecer simple, que de hecho lo es, y que además mejora mucho con la práctica: antes de salir de la cama, concentrarse unos momentos en una oración de agradecimiento por lo que va a venir. Aún si el día promete ser arduo y difícil – sí, uno más – pensar primero en lo que sí habrá de bueno alivia una parte de la mochila para comenzar a caminar. Aunque más no sea gratitud por estar respirando, por poder caminar, ver, oír…
   No en un sentido culposo (“Deberías estar agradecido/a!”) sino buscando internamente contactar con el verdadero reconocimiento del don.
   Y en ese reconocimiento, es bueno incluir también la aceptación por lo que no podemos modificar. Que puede no ser definitivo.

   Agradecer lo que hay de bueno en nuestra vida, al menos en el día que empieza. Y lo que hay de bueno en nosotros mismos. Sólo la gratitud permite disfrutar de algo.

   Se dice, además, que nuestras emociones son campos electromagnéticos que atraen otras vibraciones afines. En términos más sencillos: lo similar atrae lo similar. Si permanentemente estamos focalizando en la tristeza, atraeremos más tristeza. Si se trata de rabia, atraeremos más motivos para enojarnos… Es bueno - esencial- tomar conciencia de lo que sentimos. Pero eso implica trabajar luego para ir transformando esos estados en otros más saludables.
   De a poco, suavemente, con la fuerza que llevamos en nuestro interior, podemos ir corriéndonos, milímetro a milímetro, de esas emociones dolorosas. A veces, incluso, un pequeño paso nos lleva mucho más lejos de lo que esperábamos.
   En ese sentido, unos minutos dedicados a reconocer los dones que tenemos en nuestra vida ayuda a focalizar nuestra brújula interior hacia ellos.
   Es un trabajo diario. No excluye sino que fortalece cualquier trabajo de sanación, autoconocimiento, psicoterapia…
   Que cada día encuentres más motivos para agradecer!