mail de contacto: silviajlerner@gmail.com



miércoles, 22 de febrero de 2012

PACIENCIA, PASIÓN Y PAZ : Reflexiones de una terapeuta transpersonal

Hace ya muchos años, Carl Rogers resolvió sustituir la palabra “paciente” por “cliente”, para denominar a las personas que lo consultaban, para evitar la connotación de pasividad del primer término.
Personalmente, admiro muchas ideas de Rogers, pero no veo nada de malo en la palabra “paciente”.  Creo que quien inicia un tratamiento debe, esencialmente, armarse de paciencia... Si no la tiene, ese es parte de su aprendizaje. Y también el terapeuta debe trabajar con paciencia, es decir, en paz. Especialmente paz de conciencia. Y aunque me encantan las cosas veloces, e incluso admiro algunos métodos “espectaculares”  - como los recursos de PNL que curan una fobia en cinco minutos, según dicen – he aprendido a honrar el valor de los procesos y respeto la obra del tiempo. Y procuro transmitir esta actitud a mis pacientes, para que se tomen a sí mismos con amoroso cuidado.
 Por otro lado, asocio este nombre con “pathos” = pasión... O sea todo lo contrario a la pasividad. Creo que la pasión es esencial a la vida, y es la base de mi trabajo.
Las pasiones humanas son misteriosas y vitales, ricas y profundas. Oscuras y luminosas a la vez. Hacen al erotismo mejor entendido y permiten intensificar el amor a lo que se hace.

Entiendo que ambas cosas deben combinarse adecuadamente: intensidad (pasión) y capacidad de sostener una relación en el tiempo (paciencia).
Hay que tratarse a uno mismo con amor, respeto y cuidado. Hay que enamorarse de la propia búsqueda, y por lo tanto, de las insondables posibilidades que se albergan en uno mismo, reverenciar  el propio misterio que participa del Misterio. Para eso, hay que dedicarse tiempo.

Aún así, no prefiero los tratamientos largos. Pero ningún caso es igual al otro y rara vez puedo anticipar qué tan extenso será un proceso. Hay gente que se reorganiza en una consulta, o en tres sesiones. He visto niños curar sus síntomas en cuatro entrevistas diagnósticas (horas de juego). Incluso algunos nunca llegaron a la consulta. Sus cambios se iniciaron después de que los padres tuvieran no más de tres o cuatro entrevistas.
Hay pacientes que necesitan seis meses para confiar en el proceso terapéutico. A otros les lleva años. Hay gente que trabaja intensamente los primeros meses y necesita luego otro tanto para confirmar lo que aprendió. Hay personas que vuelven periódicamente a lo largo de diez o quince años porque han construido un especio de encuentro consigo mismos, a través de su relación conmigo.
A veces vuelven porque tienen que enfrentar nuevos desafíos, dificultades o penas.
A veces vienen a compartir sus nuevos logros y alegrías.
Estoy convencida de que mi trabajo no es solamente escuchar el dolor. Está lleno de alegrías, de descubrimientos, de sorpresas. Es también un espacio para celebrar.
Tal vez por eso asocio “paciente” con la palabra “paz”... La paz que buscamos para florecer, y la paz que sentimos – pacientes y terapeuta – cuando arribamos a un buen puerto después de surcar mares de tormenta. El puerto al que cada uno quiere llegar en el pleno o mejor ejercicio de su libertad. No el puerto que yo creo que necesita.

martes, 14 de febrero de 2012

LA ASTROLOGÍA EN EL CONTEXTO DEL VIAJE INTERIOR

Los signos del Zodíaco representan  manifestaciones particularizadas de la energía en su evolución. Al observar cómo los sabios de la Humanidad representaron estos movimientos, logramos acercarnos al conocimiento de ciertos Arquetipos básicos del alma humana e incluso percibir importantes aspectos de  la dinámica del Cosmos, del cual formamos parte, al cual pertenecemos.

La Astrología – considerada por siglos como un lenguaje sagrado y tan devaluada luego mediante horóscopos y otras aplicaciones pueriles - constituyó, entonces, un profundo tratado de psicología humana desde el punto de vista de su inserción en un Todo mayor: el Universo. Más aún; es una mirada que permite reconocer que no somos seres aislados, y, con ello, reintegrarnos, re-ligarnos. Nos permite abordar el misterio planteado por Heráclito, el sabio griego: “El carácter es el destino”, ya que une la observación del entorno y las circunstancias como inseparables del sujeto que habita en ellas. “Lo que no sé de mí, es lo que me viene como Destino”, agregaría Jung. Es además, un saber sobre el cambio, sobre el devenir, sobre el movimiento de las cosas.

Nuestro recorrido por este antiguo saber (aggiornado y enriquecido mediante la investigación de numerosos estudiosos antiguos y contemporáneos) nos lleva a recorrer también todas las etapas de la vida humana: desde el nacimiento (cuando el impulso de ser inicia su camino de diferenciación a partir del útero como Mar Primordial) hasta la disolución en ese mismo mar. Nos permite abordar el crecimiento, la construcción de la propia identidad, la comunicación,  la creación, la construcción de la  familia,  el servicio, el encuentro con el otro, la sexualidad y la fusión, la conquista del saber, el logro de una identidad pública plena, el ingreso en la red de pares... es decir, las múltiples experiencias que corresponden al inicio, el progreso y  la culminación de los proceso de la vida tanto como la declinación y el término.

Cuando trabajamos temas astrológicos en los T.V.I. [1], propongo abordar este conocimiento para ampliar nuestra percepción, conocimiento e intuición acerca de las personas, las relaciones y la vida en general. El aprendizaje integra tanto el cerebro izquierdo (búsqueda de información tareas reflexivas, análisis) como del derecho (visualizaciones, trabajo de metáfora, juegos).  No es un conocimiento técnico ni busca una aplicación estrictamente “astrológica”. No es necesario saber hacer cartas natales para nutrirse con este saber. Es más bien una mirada profunda, enriquecida y enriquecedora, ligada más a la sabiduría que a la opinión y posee, por tanto,  una virtud transformadora.


[1]  Talleres de Viaje  Interior ©

miércoles, 1 de febrero de 2012

TRABAJANDO CON ESENCIAS FLORALES: Reflexiones personales

  Empecé a trabajar con esencias florales (EF en adelante) hace más de veinte años, inspirada por una colega y amiga, que había recibido de regalo un set inglés de EF de Bach. Rápidamente compartimos la curiosidad, y tiempo después el entusiasmo y la admiración por este sistema curativo.
  Año tras año iba impregnándome no sólo de sus buenos efectos, sino también del espíritu que rodea al tratamiento floral. Suele ocurrir con las medicinas energéticas o vibracionales: transforman al que la utiliza. Uno no puede menos que reconocer que pertenece a un infinito sistema energético. Y ese sistema infinito, esa energía que todo lo habita y todo lo anima, fácilmente nos conecta con la idea de Algo Superior que incluye y ordena. Ordena e incluye, al parecer, aún lo desordenado, lo caótico. Energía que es Luz, y que contiene también la oscuridad. Paz y sanación para el Alma que, a su vez, tiene que ver con el dolor y las espinas que encontramos en nuestro camino. Y en ese entramado infinito, somos una hebra que tiene su propia consistencia, vibración, color y luz. Una parte de nosotros parece permanecer en medio de los cambios, lo que nos da sensación de identidad. El resto, se mueve y modifica. Es – como diría Heiddegger – puro vacío, nada. Y en ese vacío o nada es precisamente donde podemos fluir, cambiar, mejorar, sanarnos. Cuando nos animamos a asomarnos allí. (...)
(Continúa en pestaña superior: ESENCIAS FLORALES EN PSICOTERAPIA)