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lunes, 11 de abril de 2011

LO PRIMERO A LA MAÑANA

   ¿Qué es lo primero que haces al abrir los ojos a la mañana? ¿Qué es lo que te viene a la mente? Cuáles son tus primeros pensamientos?


   La mente tiene la tendencia a retomar las preocupaciones de la noche en cuanto vuelve a la vigilia. A menudo, durante la noche el sueño intenta elaborar algo de esas preocupaciones concientes y otras tensiones más inconscientes. A veces lo logra – esa especie de “segunda mente” que trabaja mientras descansamos – y al despertar tenemos una solución inesperada, una idea luminosa, un insight, un eureka
Otras veces, en cambio, despertamos y parece que nos pusiéramos las mismas medias sucias que dejamos junto a la cama al acostarnos: pensamientos enmarañados de preocupación, de miedo, de ira, de tristeza… Y estos pesarán a lo largo del día, tiñendo todo lo que vendrá después.

   ¿Hay algo que se pueda hacer?
   Es muy útil y saludable poder comenzar el día con una meditación. Sin embargo, no todos sabemos meditar, o no estamos acostumbrados a ello.

   Hay un ejercicio que puede parecer simple, que de hecho lo es, y que además mejora mucho con la práctica: antes de salir de la cama, concentrarse unos momentos en una oración de agradecimiento por lo que va a venir. Aún si el día promete ser arduo y difícil – sí, uno más – pensar primero en lo que sí habrá de bueno alivia una parte de la mochila para comenzar a caminar. Aunque más no sea gratitud por estar respirando, por poder caminar, ver, oír…
   No en un sentido culposo (“Deberías estar agradecido/a!”) sino buscando internamente contactar con el verdadero reconocimiento del don.
   Y en ese reconocimiento, es bueno incluir también la aceptación por lo que no podemos modificar. Que puede no ser definitivo.

   Agradecer lo que hay de bueno en nuestra vida, al menos en el día que empieza. Y lo que hay de bueno en nosotros mismos. Sólo la gratitud permite disfrutar de algo.

   Se dice, además, que nuestras emociones son campos electromagnéticos que atraen otras vibraciones afines. En términos más sencillos: lo similar atrae lo similar. Si permanentemente estamos focalizando en la tristeza, atraeremos más tristeza. Si se trata de rabia, atraeremos más motivos para enojarnos… Es bueno - esencial- tomar conciencia de lo que sentimos. Pero eso implica trabajar luego para ir transformando esos estados en otros más saludables.
   De a poco, suavemente, con la fuerza que llevamos en nuestro interior, podemos ir corriéndonos, milímetro a milímetro, de esas emociones dolorosas. A veces, incluso, un pequeño paso nos lleva mucho más lejos de lo que esperábamos.
   En ese sentido, unos minutos dedicados a reconocer los dones que tenemos en nuestra vida ayuda a focalizar nuestra brújula interior hacia ellos.
   Es un trabajo diario. No excluye sino que fortalece cualquier trabajo de sanación, autoconocimiento, psicoterapia…
   Que cada día encuentres más motivos para agradecer!