mail de contacto: silviajlerner@gmail.com



martes, 10 de abril de 2012

EL VIAJE INTERIOR

“(…)  el corazón contiene la imagen de nuestro destino y nos llama para que lo realicemos”.
James Hillman, “El código del alma”

Habitualmente vivimos sometidos a múltiples presiones, obligaciones, dificultades, cuestiones a resolver.  Año a año, estas condiciones generales (el “Mundo Externo” como lo llamaba Freud) parecen demandar más y más del Yo, que se esfuerza por conciliar las múltiples exigencias y el exceso de información al que se ve sometido frecuentemente.
Por lo tanto, no es extraño sentirse agobiado*, tironeado en direcciones opuestas, sobrecargado, sobreestimulado, paralizado, solo…
Cuando afuera todo cambia tan veloz o aleatoriamente que resulta caótico, cuando las emociones nos pesan aunque las entendamos, cuando no encontramos respuestas… ¿qué podemos hacer?

Desde tiempos inmemoriales el ser humano descubrió que existe un “Mundo Interno”,  un “espacio interior” al cual puede orientar su conciencia, encontrando allí una alternativa a lo que percibe, y con ello, a lo que siente, piensa y puede hacer.
Hoy ya resulta algo sabido que las tensiones bloquean el acceso a lo más luminoso en nosotros mismos, un potencial de creatividad, bienestar y amor al que muchas veces no logramos acceder.



Ese “mundo interno” y sus tesoros está siempre allí. En todos y cada uno. En ese espacio interior podemos centrarnos, recomponernos, conocernos más profundamente, sanarnos, orientar nuestras próximas acciones. Sin embargo, como cualquier espacio sagrado,  es necesario prepararse para entrar en allí.
Hablamos de él como un “espacio”, a falta de mejores metáforas, aunque sabemos que, en verdad, se trata de un estado de conciencia. Algunos lo describen como contacto con el Alma, esa misteriosa parte de nuestro ser que es capaz de mediar entre lo terrenal y lo espiritual, mientras intentamos crecer y desplegarnos.
Como dice Eckhart Tolle, en “El Poder del Ahora , el mayor obstáculo para entrar en ese estado “es nuestra identificación con la mente, que hace que el pensamiento se vuelva compulsivo”. Vivimos habitados por nuestras conversaciones internas, llenas de juicios, opiniones, confusiones, repeticiones y rigideces, que crean “una pantalla opaca (…) que bloquea toda verdadera relación”[1] entre nosotros y los otros, con la naturaleza y con el mundo,  dejándonos aislados, separados, solos.

A veces ese estado de conciencia unificada acaece por sí mismo. Sucede cuando nos conectamos profundamente con un entorno natural, cuando estamos verdaderamente alegres, cuando escuchamos amorosa, abierta y verdaderamente a otro, cuando creamos, durante el buen amor y el buen sexo… Hay muchas situaciones, y cada uno conoce cuáles son las condiciones que necesita para serenarse, para escuchar a su Alma. Situaciones que nos vinculan con un Ahora prístino y absoluto.

Pero el torbellino cotidiano, al que respondemos con nuestras respuestas habituales y prefabricadas, con el peso de la historia y el temor al futuro, empaña estas percepciones.

Se ha demostrado que LA RELAJACIÓN Y EL ESTADO MEDITATIVO modifican radicalmente las condiciones de funcionamiento del cerebro en particular y del organismo en general. No voy a extenderme ahora sobre estos temas, para los que hay una extensísima bibliografía.
Promover un estado de relajación armoniza ambos hemisferios cerebrales, baja las frecuencias irritativas,  que se acompañan de un estado de tensión muscular que altera todos los sistemas (especialmente el respiratorio, circulatorio, digestivo, hormonal…) . Vivimos así en un estado de alerta que no retrocede, agotando nuestras reservas y perpetuando el stress. Lo que puede haber sido una buena respuesta organísmica frente a alguna presión del mundo, termina convirtiéndose en el estado permanente. Es como vivir con una sirena o una alarma de incendios que nunca se calla.
La relajación nos ayuda a “bajar el volumen” de la voz de la mente… y desprendernos suavemente de los pensamientos repetitivos,  o al menos a no identificarnos con ellos. Podemos aprender a observarlos y dejarlos ir. Logramos escucharlos sin tener que reaccionar necesariamente a ellos.
Aflojamos las corazas físicas que nos mantienen en un determinado cuerpo que no se adapta a nuevas situaciones, y que nos impiden sentir y pensar de otra manera.

La VISUALIZACIÓN consiste en la producción de imágenes a las cuales se orienta la conciencia, ya sea de manera espontánea o guiada. La relajación es el estado ideal para entrar en el mundo de las imágenes, ese territorio misterioso y mágico que está activo en nosotros, lo sepamos o no.
Hay dos aspectos de la visualización: uno pasivo, en el cual las imágenes se manifiestan a la conciencia, ya sea en forma espontánea o sugerida por un terapeuta o facilitador, y otro activo, creativo, en las cuales uno produce representaciones, por ejemplo de situaciones que desea alcanzar, producir, vivir: imaginar cómo deseo reaccionar frente a alguien, cómo quiero que sea mi casa, etc.
No podemos hacer cosas nuevas sin imaginar un Yo diferente. Es necesario crearlo y luego identificarse con él. En ese sentido, las imágenes tienen una función preparatoria .
Dice Bachelard, el gran estudioso del poder de las imágenes: “ La vida sigue la línea directriz de la imaginación”.
De una u otra forma – aparentemente pasiva o activa – creo que siempre hay un proceso de producción que se orienta a esclarecer nuestra realidad interior y estimular nuestro crecimiento.

Tanto la relajación como la visualización constituyen capacidades innatas que pueden desarrollarse con entrenamiento. Cada uno tiene su propio tiempo y nivel de apertura, que va variando y que depende inicialmente del grado de resistencia que le produzca adentrarse en lo desconocido de sí.
Como afirma Shakti Gawain[2], nada malo puede provenir de nuestro interior, de nuestro verdadero Self. Tenemos miedo a las cosas que no enfrentamos. “En cuanto estamos dispuestos a atender completa y profundamente a la fuente de un miedo, ella pierde su fuerza”.

El TALLER DEL VIAJE INTERIOR ©   propone un abordaje inicial para aprender a relajarse y visualizar,  de manera de promover un estado general más saludable y grato, dando acceso a la sabiduría y creatividad que reside en cada uno.
Aquí, el punto de partida. Cada uno tiene su propio recorrido y destino. 


Ilustración: "La viajera interior", oleo. SJL.






* Para permitir la fluidez del texto utilizaré el masculino como indistinto, abarcando ambos géneros.
[1] Eckhart Tolle, en “El Poder del Ahora”, op. cit.
[2] Shakti Gawain, Visualización Creativa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario