En terapia solemos prestar atención a lo que “anda mal”, a
los síntomas, al error, al dolor.
Pero también es
fundamental conectarse profundamente con
uno mismo en los momentos en que uno se siente bien.
Esos momentos – a veces
más breves o efímeros de lo que desearíamos -
marcan un punto en nuestro mapa interior al que podemos volver, una vez que
somos plenamente conscientes de ellos, de cómo se vivencian, y acompañarlos con
una actitud de apreciación por lo que estamos sintiendo …
Tal vez nos dejen una enseñanza de lo que nos llevó a ese “puerto
seguro”. Una marca, una huella, que puede ser tan fuerte y significativa como
los sucesos que nos lastiman, que nos traumatizan.
Depende de la Luz que echemos
con nuestra conciencia. Que se convierta
en un faro que ilumine en la oscuridad y nos guíe para volver allí: a nuestro
propio centro de bienestar, de equilibrio.