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jueves, 10 de mayo de 2012

APRENDER A PEDIR: II. El costo de no pedir.

II. PEDIR Y PODER :                                                    
Sin que pidas, no podemos dar. “
          La Respuesta del Angel.

El pedido no describe el mundo: busca modificarlo por la acción de otro. Se compromete a alterar el orden de los eventos, intentará que algo ocurra.
Por eso decimos que el pedido tiene mucha relación con el  poder. ¿Cómo definimos el poder? El  poder es, de algún modo, la posibilidad o capacidad que alguien tiene de conseguir que sus pedidos sean satisfechos.  Por eso a veces un bebé llega a tener más poder que sus padres, cuando todo lo que pide - con sus llantitos o sus protestas, que también son formas de pedir - obtiene satisfacción. Por eso se habla también de “la fuerza de los débiles”, como es el caso del enfermo que maneja a las personas que lo cuidan y logra que respondan a todos sus pedidos. Es su deseo el que obtiene satisfacción, no el de quienes lo atienden.
Saber pedir, implica desarrollar poder. Y no saber pedir, o no querer pedir, implica perderlo o resignarlo. Qué curioso, porque muchas veces dejamos de pedir, precisamente, porque nos parece un signo de debilidad. Nuestra cultura, basada en el individualismo y no en la solidaridad, fomenta  modelos autosuficientes. Entonces nuestros pedidos empiezan a desdibujarse, a confundirse, y terminamos pidiendo como si no pidiéramos.
Los actos en que escondemos nuestros pedidos no son triviales. Hacen a nuestra identidad y a cómo nos movemos en el mundo.



Hay un enorme costo en no pedir. Identidad, poder personal, y efectividad están relacionadas con la capacidad y habilidad para hacer demandas o pedidos.
Podríamos decir  que las áreas en las que menos aprendemos son aquéllas en las que tenemos dificultades para pedir. Nos quedamos con lo que sabemos o creemos. Que puede ser poco o errado.

Una pregunta interesante para hacerse es : ¿en qué área me cuesta pedir?... ¿En la convivencia con mi pareja? ¿Con mis hijos? ¿En mi trabajo?...Y luego: ¿Qué conversación interna me lleva a no pedir?... ¿Cuáles son mis creencias profundas acerca de lo que pasa cuando pido, si pido?
A veces se trata de  la necesidad de mostrarnos seguros y fuertes. Como si fuera la única necesidad importante. Otras veces, estamos convencidos de antemano de que  no recibiremos una respuesta afirmativa, por lo que intentamos evitar la frustración. En ambas situaciones lo que subyace es algún tipo de miedo. Y donde hay miedo, hay repliegue, hay un cerrarse. Por eso no se aprende. Aprender requiere plasticidad y un determinado monto de confianza básica para soltar lo aprendido, desaprenderlo y adquirir nuevas visiones. Aprender requiere apertura.
Y donde menos aprendemos, donde menos fluimos, donde más nos cerramos, es también donde nuestra vitalidad se frena y se congestiona, donde más sufrimos. “Dime dónde no pides, y te diré donde te duele”...

No pedir trae costos para uno mismo, pero también los trae para el otro. Parte de la subordinación en una relación, puede pasar por  creer que uno debe adivinar qué necesita o quiere el otro, sin que éste lo pida.  Todos sabemos qué difícil puede llegar a ser querer a alguien que no pide y a quien hay que estar adivinándole sus deseos y necesidades. No pedir no significa no esperar, y mucho menos, no frustrarse. Siempre estamos exponiéndonos al fracaso en nuestros intentos por satisfacer a ese otro, ya que no ha explicitado ningún pedido claramente. Y, por supuesto, tampoco podemos esperar reconocimiento o retribución, ya que nada pidió. Se crean juegos de poder dolorosos y complejos alrededor de estas cuestiones. Manejos solapados, culpas ineludibles...
En las parejas, muchas veces se genera una complicidad en la ambigüedad: gana el primero que dice “Habría que...”, en lugar de pedirlo. “Habría que sacar la basura” funciona automáticamente como “Tenés que sacar la basura”, pero nadie se hace responsable de pedirlo.
Como ya vimos,  el pedido implica también un compromiso que no toda persona está dispuesta a asumir.

2 comentarios:

  1. qué complejo, no? si no pedimos es por miedo a una respuesta negativa y por ende nos frustramos, muy cierto!!! y más cierto aún el "habría que..." que funciona como pedido, pero a mí me gusta hacer rápidamente la traducción o la deducción (como en el caso de sacar la basura)..."lo vas a hacer vos?" o "vos querés que yo lo haga?" Muy bueno Silvi! me gusta trenzar tus ideas con las mías, beso enorme!!!

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    1. No sólo nos frustramos, sino que redoblamos nuestro temor a pedir. Es un círculo vicioso, uno más... Normalmente el miedo encuentra argumentos para realimentarse.
      En los implícitos,por otro lado, suele ser bueno explicitar. Del sobreentendido al malentendido hay un solo paso.
      A mí también me encanta que podamos trenzar ideas, emociones, mundos!!!
      Un abrazo grande!!!

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